La familia Plopp salió de paseo al bosque en un hermoso día de abril. Untaron panes y sacaron manzanas y galletas que pusieron en una mochila. También llevaron consigo un par de botellas de agua y un termo con café.

 

Se adentraron en el bosque. Los pájaros cantaban y el sol brillaba. Encontraron un bonito lugar junto a un arroyo pequeño y dejaron la mochila allí. Querían explorar el resto del bosque.

Caminaron aún más adentro del bosque. Pasaron por piedras y tocones.

 

También vieron algunas liebres saltando por todas partes.

Pero después de un tiempo comenzaron a cansarse y decidieron tomar un atajo de regreso al sitio de picnic junto al arroyo.

 

Estuvo bien por un tiempo, pero de repente se detuvieron frente a una gran roca.

¡No la habían visto antes!

Miraron a su alrededor, pero simplemente no reconocían el lugar.

No recordaban de dónde venían.

Todo se veía igual. No tenían idea de en qué dirección debían ir.

 

La familia Plopp estaba muy preocupada. También comenzaron a sentir hambre.

 

No habían comido nada desde el desayuno. Pero la mochila todavía estaba junto al arroyo.

 

Finalmente encontraron un lugar para sentarse. Se sentaron en algunas piedras.

Tenían que tomar un descanso antes de seguir buscando.

Recolectaron algunos arándanos que comieron, pero también tenían mucha sed.

Tenían que encontrar agua.

Después de un rato, escucharon un sonido familiar. ¡El sonido del agua corriendo!

Siguiendo el sonido, vieron el arroyo a lo lejos.

Corrieron lo más rápido que pudieron hacia el arroyo. Afortunadamente, la mochila todavía estaba allí.

Se comieron toda la comida y bebieron toda el agua. Decidieron que nunca volverían a hacer algo tan tonto de nuevo.